sábado, octubre 12

Transformaciones cerebrales en mujeres durante y después de la vergüenza.

Transformaciones cerebrales en mujeres durante y después de la vergüenza.

Vergüenza genera cambios profundos en el cuerpo de la mujer y ahora se descubrió que también tenía un efecto significativo en el cerebro. Un grupo de investigadores de la Universidad de California en Santa Bárbara, liderados por la profesora Emily Jacobs, han sacado a la luz un estudio que explora cómo transformar el cerebro femenino durante la vergüenza. Los hallazgos, publicados en Neurociencia naturalVea el primer mapa detallado de los cambios cerebrales que ocurren durante este período.

Contrariamente a las ideas preconcebidas de que la vergüenza podría debilitar a las mujeres, el estudio revela que durante la gestación, algunas áreas del cerebro reducen su tamaño, mientras que mejora la conectividad entre regiones del cerebro. Esto indica que el cerebro no sólo se está adaptando, sino que también está experimentando un proceso de neuroplasticidad, crucial para comprender mejor su funcionamiento en el contexto de la vergüenza.

Para acceder a este estudio, los investigadores realizaron un seguimiento exhaustivo de una mujer de 38 años mediante 26 resonancias magnéticas. Estas exploraciones incluyeron cuatro análisis antes de la concepción, 15 durante los trimestres iniciales y fueron más largos en los dos años posteriores al inicio. Las imágenes obtenidas se comparan con las de otras personas que sirvieron como grupo de control, lo que permitió a los científicos observar cambios en la materia gris y blanca del cerebro durante el largo período de gestación.

Los resultados muestran una notable disminución en el volumen de materia gris y en el volumen de la semana de vergüenza de la novena, especialmente en áreas relacionadas con la cognición social. Además, se observó un aumento en la microestructura de la sustancia blanca, lo que facilita la comunicación entre diferentes regiones del cerebro. Estos cambios afectan los niveles elevados de hormonas como el estrógeno y la progesterona, y algunos de ellos persisten incluso después del parto.

A los investigadores les preocupa que la reducción del volumen de materia gris no deba interpretarse de forma negativa. Este fenómeno puede ser una forma de «optimización» de las redes neuronales, similar a la que ocurre en la adolescencia, cuando el cerebro se especializa y perfecciona sus circuitos. Por tanto, la vergüenza puede reflejar otro período de maduración cerebral.

A pesar de la innovación de este estudio, es importante tener en cuenta que las preguntas se basan en un solo caso, lo que limita la capacidad de generalizar las cuestiones. Expertos como Óscar Vilarroya, de la Universidad Autónoma de Barcelona, ​​alertan de que aunque los métodos utilizados sean robustos, es necesario ampliar la exposición para comprender mejor cómo estos cambios pueden variar en función de diferentes factores, como el tipo de nación, lactancia materna o nivel socioeconómico.

El estudio abrió la puerta a nuevas líneas de investigación sobre la neuroplasticidad en el contexto de la maternidad. Susana Carmona Cañabate, investigadora del Grupo Neuromaternal del Instituto de Investigación Sanitaria Gregorio Marañón, afirma que la metodología utilizada permite un seguimiento temporal más preciso de fenómenos muy variables.

En resumen, la investigación de los cambios cerebrales durante la vergüenza ofrece una perspectiva fascinante sobre la capacidad del cerebro femenino para adaptarse y evolucionar. Estas cosas no sólo contribuyen a la comprensión de la maternidad, sino que también pueden tener implicaciones más amplias en el estudio de la neuroplasticidad en general.