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El presidente Lula es operado en Brasilia para colocarle una prótesis de cadera | Internacional

El presidente Lula durante un acto público el pasado día 22 en Brasilia.ADRIANO MACHADO (REUTERS)

Este viernes por la mañana, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, de 77 años, ha ingresado en un hospital de Brasilia para una cirugía programada. Los médicos le han colocado una prótesis en la cadera derecha porque sufre una artrosis avanzada que le causa intensos dolores desde la campaña electoral, hace más de un año. La intervención se ha realizado con anestesia general. Sin embargo, el mandatario no ha delegado el poder en su vicepresidente, Geraldo Alckmin. Concluida la cirugía, el médico personal de Lula ha comparecido ante la prensa con el resto del equipo: “No ha habido complicaciones, el presidente está despierto y conversando”, ha explicado el doctor Roberto Kalil Filho. Esta es la segunda cirugía a la que se somete desde que ganó las elecciones. Le extirparon un nódulo benigno de la garganta en noviembre pasado.

Lula ha aprovechado para hacer una pequeña intervención estética en los párpados. El mandatario goza de una buena salud en general teniendo en cuenta su edad y que ya era septuagenario cuando pasó año y medio en prisión. Además, en 2011, poco después dejar el poder tras su segundo mandato, padeció un cáncer de laringe que le obligó a someterse a duras sesiones de quimioterapia y radioterapia. La voz, que es una de sus señas de identidad, es también uno de sus puntos débiles.

El presidente brasileño fue intervenido en la sede en Brasilia del centro hospitalario privado que cuida de su salud desde hace años. Parte de los médicos del Sirio-Libanés que le atendieron durante la operación y lo harán en el posoperatorio viajaron ese jueves desde São Paulo a la capital. El político ha utilizado mascarilla en todos los actos públicos de los últimos días para evitar que un inoportuno contagio frustrara la intervención.

Se espera que en unas horas dé los primeros pasos con un andador. La previsión es que reciba el alta el próximo martes. Y después, una recuperación de unas tres semanas en su residencia oficial, el Palacio de la Alvorada.

La comitiva del presidente Lula llega, este viernes por la mañana, al Hospital Sirio-Libanés de Brasilia donde el político será operado de la cadera.
La comitiva del presidente Lula llega, este viernes por la mañana, al Hospital Sirio-Libanés de Brasilia donde el político será operado de la cadera. ADRIANO MACHADO (REUTERS)

Fue el propio Lula quien eligió cuidadosamente la fecha de esta nueva intervención quirúrgica, cuya recuperación requiere un cierto reposo incompatible con la intensa agenda que diseñó para el inicio de su tercer mandato. Se acabaron para una temporada los viajes internacionales que han marcado estos meses. Ha viajado más al extranjero que dentro de las fronteras brasileñas. En el que este mes lo llevó a Nueva York para participar en la Asamblea General de Naciones Unidas tuvo que cambiar su agenda por los dolores. Redujo al mínimo los desplazamientos y recibió a las visitas en el hotel.

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“Tendré que tener un poco de cuidado porque la operación parece simple pero la fisioterapia y el tratamiento son fundamentales para la recuperación”, explicó el veterano político en una entrevista el martes pasado. El plan es que solo retome su agenda internacional a finales de noviembre, cuando tiene previsto viajar a Emiratos Árabes Unidos para la cumbre climática Cop28.

El presidente también ha admitido estos días que sopesó operarse justo después de su victoria electoral pero que desechó la idea: “Estoy con estos dolores desde agosto”, contó. Y reveló que, pese a ello, en los mítines de campaña saltaba sobre el escenario porque “había que animar a la gente”. También confesó por qué decidió dejar para ahora la entrada en quirófano: “Pensé que si me operaba justo después de las elecciones, la gente diría ‘Lula está viejo, ganó las elecciones y ya está hospitalizado”.

Durante las próximas semanas, Lula deberá utilizar un andador y después una muleta. Pero en unas declaraciones que han causado cierta polémica anunció que, su fotógrafo oficial, Ricardo Stckert, el hombre que hace años moldea su imagen pública, no tomará imágenes de él con ninguno de esos aparatos. “Ustedes no me van a ver con andador, ni con muletas, siempre me van a ver guapo, como si ni siquiera me hubiera operado”, dijo en la entrevista semanal en la que presume de logros. Estas palabras se volvieron contra él como un bumenrán en forma de críticas de entidades que trabajan a favor de la integración de los discapacitados.

Entre los molestos, Ivan Baron, un joven activista con parálisis cerebral como secuela de una meningitis que, de elegante traje y apoyado en su bastón, acompañó a Lula junto a otros ciudadanos brasileños en el simbólico momento de entrar al palacio presidencial el 1 de enero, en la toma de posesión. Baron respondió en X (el antiguo Twitter) que “vincular el uso de tecnología de ayuda a la falta de belleza es algo problemático y no ayuda en nada al proceso de aceptación de quienes la necesitan. Da a entender que nuestros cuerpos son fallidos o incompletos”. Añadió que ese tipo de declaraciones refuerzan los prejuicios.

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