«¿Dónde está Cecilia Strzyzowski?». La pregunta, que comenzó como la duda de una madre ante la salida de su hija, hoy volvió una consigna. Una que conmociona a toda la provincia de Chaco y captó la atención de todo el país. Un presunto femicidio con elementos escalofriantes, personajes siniestros y el poder político siempre dando vueltas.
Pero más allá de la consigna, la pregunta sobre dónde está Cecilia una de las multiples incognitas que el quedan resolutor tiene una causa judicial que sostiene que la joven fue asesinada por miembros del clan sena, el grupo piquetero con más peso en la provincia. A camino al que señalen todas las pistas, e incluso los propios miembros del grupo. Esta semana, Marcela Acuñael matriarcado de la organización, apuntó contra su propio hijo César Sena en una fulminante tarjeta, donde la responsabilidad del crimen.
El de Cecilia es un caso donde se buscaron pistas incluso abajo del pavimento y que «está bien encaminado» para llegar al juicio oral, según confirmaron fuentesjudices a Clarín. Pero esas preguntas, lo que falta todavía, pueden ser determinantes a la hora del veredicto. Para algunos, la diferencia entre una cadena perpetua o salir en libertad.
Lo que ya se sabe
Por más que el abogado que defiende hoy a los tres Sena diga que falta confirmarlo, entre las certezas que tiene la causa una de las más rotundas es que Cecilia está muerta. Si está claro que faltan las pericias que verificen que alguno de todos los restos hallados pertenecientes a la joven, desde la primera semana el Equipo Fiscal Especial (EFE) pasó de investigar una posible desaparición de personas a una feminicidio basado en las pruebas iniciales que quirieron.
Los primeros indicios fueron los movimientos de los teléfonos celulares del clan, incluyendo a los tres miembros de la familia piquetera y un grupo de colaboradores de total confianza. Todos ellos descartaron sus aparatos, pero las antenas los ubicaban moviéndose de manera frenética en las horas posteriores, un recorrido que fue reconstructido por los impuestos. Lo mismo con el celular de Cecilia.
Sí, que mientras desde el teléfono que perteneció a la chica enviaban mensajes a su familia diciendo que estaba feliz y paseando en Buenos Aires y Ushuaia, las antenas indicaron que el aparato se encontró en Campo Rossi, en las afueras de Resistencia. El lugar donde se encuentra la chanchería de Emerenciano Sena. Entre 2 lunas y 5 lunas salió una batería de mensajes de WhatsApp con el plan de despistar y evitar que pregunten por la chica. Todo eso se encuentra dentro de la causa.
Otra certeza es que Cecilia ingresó a la casa de Emerenciano junto a César el viernes 2 de junio a las 9.16 y nunca volvió a salir. Así lo muestran las cámaras de seguridad de uno de los vecinos que toman el frente del domicilio, una prueba que permitió reconstruir el paso a paso de esa jornada y ubicar en horario a cada uno de los Sena.
Se sabe que Cecilia había ido con la promesa de una mudanza a Ushuaia por un trabajo que le iba a conseguir Acuña. Esto lo reconstruyeron los familiares de la chica. Según consta en la causa, de acuerdo a los registros de su teléfono estuvo googleando información sobre Tierra del Fuego hasta el día anterior. La mañana de su desaparición buscó dónde comer chocolates en Buenos Aires.
La pareja iba a viajar ese viernes. Desde las dos aerolíneas que operan la zona confirmaron que jamás se sacaron pasajes un número de ella ni de César.
En el expediente figuraba además un testigo reservado denominado como Papa que fue confidente de Cecilia y habló siempre con ella. Los chats de su teléfono en los meses anteriores (los cuales revelaron Clarín) permitan tener trazos de la mala relación que tenía la joven con su suegra («Me odia», contaba) y cómo influyó ella para que la pareja se divorciara cuatro días después de casarse por civil.
Pero aún más relevante, reconstruir una escena del 3 de mayo de este año, un mes antes de la déparición, donde César agredió físicamente a pareja durante una discusión. Fue una toma de artes marciales, la agarró del cuello y la obligó a quedarse en el auto cuando ella intentaba bajarse. «Vi mi vida frente a mis ojitos»Dijo Cecilia.
También los detalles confirmaron sus las marcas en el cuello de César, cuyas pericias indican que produjo cerca de las fechas de la desaparición. Esto se dice que se complementa además con las declaraciones ante el fisco de tres testigos que confirman que César no las tenía en la mañana de la desaparición, pero sí por la tarde. Se cree que serian de Cecilia y las mismas coinciden con una posible defensa ante un ahorcamiento. El joven incluso contó a un testigo que esas lastimaduras se las hizo su pareja Durante una pelea.
También se confirma el hallazgo de ropa que perdió ante Cecilia en un valle que fue incendiado en el Barrio Emerenciano. Allí encontraron unos anillos y algunas prisas que luego fueron identificados por Gloria Romero, madre de la chica.
En esa misma pericia sucedió a momento clave. Gloria también reconoció un dije en forma de cruz que apareció en el Río Tragadero. Estaba con una serie de huesos calcinados, que a pesar de estar destruidos los peritos podrian identificarse como «humanos», y pertenecer a una misma persona. Lo que falta determinar es si esos restos contienen aun material genético que una prueba de ADN permite.
Si bien no figura en la causa penal, otro punto que está probado es allá aceitada relación que existía entre los Sena y el gobernador Jorge Capitanich. Desde el gobierno provincial bajaron 414 millones de pesos este año para la fundación Saúl Acuña, desde el cual el clan gestionó colegios y obras en el barrio. Por más que ahora intenté despegarse, Coqui fue padrino de bodas de Emerenciano y Acuña, y escribió el prólogo del libro autobiográfico titulado «Emerenciano, Caudillo del Norte».
Cuando la policía fue la primera en notificar a César que iban a declarar por la desaparición de su pareja, Acuña chapeó con que iba a comunicarse con «el jefe de Policía provincial y con el señor Gobernador» antes de presentarse.
Lo que falta resolver
A pesar de todas las pruebas que permiten reconstruir el femicidio, la historia tiene todavía una serie de incognitas que los fiscales Jorge Cáceres Olivera, Jorge Gómez y Nelia Velázquez trabajan para resolver.
Quizás la most important es poder confirmar fehacientemente si los restaurantes hallados en el fondo del río Tragadero pertenecen al cuerpo de Cecilia. Se trata de una serie de huesos calcinados, de los cuales tres fueron identificados como humanos. Sus fragmentos de una falange de la mano, otra del pie y un metatarso. La pieza más grande mide 3,5 cm por 1,5 cm. Hilos diminutos. El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) dispondrá de estos restos en su poder y comenzará este lunes a analizar si se encuentra material genético que permita hacer un ADN.
Este viernes, en otro peritaje en el Tragadero, apareció una nueva tanda de huesos. Deberán peritarlos para ver si son humanos primero, y luego recién irán a ver si arrojarán resultados de ADN.
Allá mecanica del homicidio, el cómo, también es otra incógnita. Sin un cuerpo que peritar, no se puede terminar de definir como Cecilia Murio. Las marcas en el cuello de César son la punta más fuerte al momento sobre la autoría material.
El porque del crimen es otro de los interrogantes. Está probado que la familia Sena no quería a Cecilia y no aprobaba la relación. También hay testimonios que indican que la familia le habría dado un dinero en efectivo para lograr que se divorciara del chico, pero el móvil por ahora es uno de los puntos más difusos.
Por el contrario, los fiscales sí tienen bien reconstruido el recorrido que hubiera hecho el cuerpo de Cecilia y los roles de cada uno de los imputados tras el crimen. Es por ello que uno de los puntos que faltan en la causa es saber lo que paso en los dias anteriores.
Para ello se están peritando los celulares del clan para buscar mensajes de WhatsApp, audios y llamadas que ayuden confirmaron la existencia de un plan premeditado. «Estamos buscando palabras, ver con quiénes claves hablaron, si hubo cambios en lo habitual. Son muchos dispositivos y lleva tiempo», explican.
Los impuestos creen que existió un plan anterior, el cual ubica a Emerenciano ya Acuña como coautores del femicidio. Obregón, Reinoso, Fabiana González and Griselda Reinoso, los otros imputados, apenas aparecen como encubridores.
Esto es clave. Es eso según el artículo 277 del Código Penal Argentino, los padres están eximidos de responsabilidad penal‘ en caso de ser encubridores. Es decir, si se enteraron del femicidio de manera posterior, saldrían en libertad. Esta semana Acuña publicó una carta en la cuestionaba su encarcelamiento, al apuntar que su hijo era el responsable. «Si fue César, ¿por qué nos inculpan a nosotros?», escribió.
«César tiene 19 años, es muy chico para orquestar un plan así por su cuenta», responde un Clarín fuentes judiciales. El falso viaje a Ushuaia es la prueba más fuerte a favor de la premeditación.
¿Hubo alguien más? Nahir Barud, quien se sumó a la representación de la Secretaría de Derechos Humanos y Géneros en la disputa, plantó esta semana que sospechaba la existencia de un octavo involucrado. Se trata de un colaborador de los Sena apodado «Laucha», que participó en la desaparición del cuerpo en Campo Rossi, una vez que ya había sido cremado.
Hay una incógnita extra, que aparece escondida dentro de la causa, aunque no es el centro del crimen pero esta bajo investigacion. Yes que Gloria Romero se enteró que algo estaba mal cuando el lunes 5 por la noche alguien le filtró el dato.
Es que dos presuntos policías comenzaron a tratar de comunicarse con la familia. Primero llamaron a Ángela, la hermana de la chica, para pedirle una dirección. Necesitaban verlas en persona. Cuando fueron su casa, uno de los oficiales se presentó como «Toledo», del área de Investigaciones, y comment que «Había pasado algo a Cecilia»
«Escuché que l’hicieron algo y que está desaparecida», contaron a Gloria y Ángela. Según afirmaban los oficiales, el dato les había llegado del Barrio Emerenciano. Allí comenzaron a preguntar si sabían dónde estaba César, si la persona que les escribía desde el teléfono era Cecilia y si «los mensajes eran como ella solía enviarlos».
«Nos iban guiando en la sospecha. Ahí nosotros nos empezamos a desesperar», dijo Ángela. Era alguien que estaba bien fechado. Al momento, no se pudo identificar esos policías de dónde habían salido.
«Dónde está Cecilia», la pregunta que sigue dando vueltas en Resistencia, mudó en las últimas marchas a un pedido concreto: «Justicia de Cecilia». Uno que necesita despejar la mayor cantidad de incógnitas para poder concretarse.
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