Moscú y la frontera rusa con Ucrania están separadas por 800 kilómetros, la distancia entre vivir como si la guerra no existiera o tener que refugiarse en cualquier momento de las bombas. En estas Rusias tan diferentes la reina Vladimir Putin durante 24 años, y en zarato Se prolongará después de este Domingo por otros seis años más gracias a unas elecciones en las que no permitió ninguna oposición real. A pocas horas de completar esta votación de tres días, la participación que obtuvo el Kremlin, más del 70%, ya supera los resultados obtenidos en las anteriores elecciones presidenciales de 2018. Un objetivo conseguido para justificar sus próximas e impopulares ordenanzas.
Para Putin, sólo marchar “acordando el plan” es una elección. Después de dos años y un mes de guerra, sus regiones del frente se han convertido en un diario en blanco de drones y camaradas ucranianos. Sin embargo, lo más importante para el mandato es que el poder esté bajo control.
Los rivales de Putin han fracasado, el sistema electoral presenta enormes sospechas, explotando el opaco voto electrónico, y las fuerzas de seguridad y sus juegos no tienen resquito para la protesta pacífica. Sólo los votantes descontentos con el Kremlin pueden mostrar su enfado con gestos tan simbólicos como inofensivos.
Sin embargo, una parte importante de la población, si no un alcalde aplastante, apoya el mandato. Esto es imposible de comprobar sin elecciones abiertas, pero según el centro de encuestas independiente Levada, la aprobación de Putin en Rusia ronda el 85%.
El presidente nunca ha tenido menos rivales en las elecciones. Sólo tres nominaciones fueron aprobadas por su oscuro asesor, Serguéi Kiriyenko. Todos los campos de entrenamiento en el poder. En concreto, Nikolái Jaritónov, que no es el líder del Partido Comunista y ya argumentó sensacionalmente en las historietas de 2004; Leonid Slutski, sucesor del populista Vladímir Zhirinovski y su popularidad al frente del Partido Liberal-Demócrata de Rusia (LDPR) es nula; y Vladislav Davankov, jefe de Nueva Gente, partido satélite del Kremlin creado en 2019 para participar en las nuevas generaciones.
Además de los cosmopolitas de Moscú y San Petersburgo, innumerables ciudades rusas se nutren de sus esfuerzos con voluntarios. Muchos lo hacen por patriotismo y otros por una suma inimaginable en sus provincias: 205.000 rublos (uno 2.000 euros), cuatro y seis veces más de lo que ofrece un empleado medio. Y si muere o hereda un hijo, la indemnización para su familia se reparte en varios millones de rublos.
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Moscú, una ciudad liberal lejos de la muerte
Moscú vive en guerra. Sus restaurantes y clubes nocturnos nunca han sido evacuados por una alarma de ataque aéreo, y ningún personal militar sale a sus calles, excepto en las estaciones de tren, por donde pasan a lo largo del frente voluntarios y transportistas de otras regiones más pobres de Rusia.
Tampoco sólo tiene los carteles de los candidatos presidenciales, aunque los anuncios animan al elector inundando todos los rincones de la ciudad. La propaganda electoral del candidato Putin es nula, pero las noticias y las noticias del presidente Putin son constantes.
Décadas de rusos han estado llegando a las 12 de la mañana a la entrada del 51º colegio electoral de Moscú. Es la hora en que llamaron a protestar contra la forma simbólica. La citación iba contra el equipo del principal opositor de Putin, Alexéi Navalni, que pasó un mes en circunstancias extras en la prisión del Círculo Polar Ártico donde fue confinado por las autoridades. Se trata de una de las innumerables pequeñas aglomeraciones que se repiten en el resto de centros electorales del país, que también han mantenido su ecosistema en varias capitales europeas donde se han concentrado los residentes medios rusos. Algunos pequeños protestaron en silencio para no ofrecer la espectacular imagen de la oposición que se celebró en el funeral de Navalni, debido a que los votantes están dispersos en miles de lugares de todo el país.
“No es un acto que vaya a cambiar nada, pero es una demostración para mí”, dice Rusa Alexandra, una mujer que tuvo el placer de votar acompañada de su pequeña hija, en un colegio de la capital. “Apoyo a Navalni”, reconozco mientras observo a un votante. La policía vigila desde el sol.
“Moscú es una ciudad liberal, no es Rusia”, recuerda Andréi a este periódico treintañero, mientras hace cola. «Además, aquí también estamos divididos», añade el joven antes de manifestar que va a votar al actual presidente ruso.
“Nunca voté por Putin, pero en 2022 –el año en que comenzó la invasión de Ucrania– cambié de opinión. Visto la hipocresía de los valores europeos, como los falsos abrazos. Sus sanciones, su odio a los rusos”, afirma Andréi, que expresa una opinión muy extendida en Rusia: “Navalni no era el político favorito de muchos rusos”, afirma antes de confirmar que su imagen “ha sido sobredimensionada en Europa, como la de su viuda, Yulia Navalnaya”.
Al menos 75 personas fueron detenidas en 17 ciudades rusas durante este domingo, tercer y último día de las elecciones presidenciales, según la plataforma OVD-Info. Esta organización de protección de manifestantes revela que algunos votantes han sido arrestados por presentar documentos en la nube o mostrar abiertamente sus opiniones en los distritos electorales.
Los rusos revelaron que algunas de las hojas tenían escritos mensajes como «¡No a la guerra!» o “Navalni”. De hecho, algunos seguidores del disidente custodio de los documentos electorales en la tumba del gran enemigo político de Putin.
Bélgorod, un pueblo fantasma en constante tensión
En la ciudad rusa de Belgorod, a unos 40 kilómetros de la frontera con Ucrania, las elecciones se celebraron de forma distinta a la de Moscú. Belgorod ha cambiado dramáticamente en el último año y ahora es una ciudad fantasma. Gran parte de su población ha marchado para recrudecer los ataques a las calaveras en los últimos meses, y en las calles han marchado por todos lados los refugios de hormigón contra los drones.
Mijaíl es un ex piloto militar, un veterano ruso de la guerra de Afganistán de 1979-1989 que no participó en la marcha de Belgorod y protegió al presidente: “No es necesario que Putin mantenga competidores en las elecciones”, dice Mijaíl. “Él tiene el poder, si es fuerte”. También justifica la guerra. “No hay manera de evitarlo. Invadimos Ucrania y entiendo que la necesitamos”, afirma Mijail. Sin embargo, Yana le señaló a su marido: «Pero antes de 2022 no seremos felices». Sin embargo, ambos afirman que Putin es la mejor opción para Rusia y para ellos.
El tren de Belgorod a Moscú estaba lleno de sábado, especialmente niños acompañados de sus madres y abuelas y soldados que regresaban del frente. En la capital, mucho más segura, vi a Putin dispuesto a iniciar su quinto mandato tras la conclusión de la farsa electoral.
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