Las Redes Privadas Virtuales, conocidas popularmente por el acrónimo inglés de VPN (Virtual Private Networks) se han asociado históricamente a la descarga (ilegal) de contenidos: como no permiten rastrear la dirección IP o la localización del equipo, nadie puede rastrear tu actividad en Internet. Pero este tipo de conexiones privadas son mucho más que eso.
¿Qué es exactamente una VPN?
Como su propio nombre indica, una VPN es una red privada virtual, es decir, es una herramienta que ‘esconde’ tu ordenador del resto del mundo y todo lo que haces en la red. Se instala como cualquier otro programa —el proceso es muy similar al de un antivirus— y, una vez activa, el equipo se conecta a Internet a través de un servidor distinto al router. Por eso, se obtiene otra IP diferente y es posible incluso elegir desde dónde simular que se está navegando.
Compatibles con ordenadores, tabletas, smartphones e, incluso, televisores, hay múltiples alternativas entre las que elegir: específicas de como las de NordVPN o ExpressVPN, o las que incluyen los fabricantes de antivirus en sus paquetes (también se pueden adquirir por separado) como Bitdefender, Norton o Avast, cuya solución SecureLine VPN he tenido la oportunidad de probar.
Nunca imaginé que su instalación y configuración fuera tan sencilla. Siguiendo su ejemplo (muy similar en todos los casos), la instalación dura segundos y al abrir la herramienta nos encontramos con una interfaz muy simple en la que se puede activar o desactivar la VPN de forma manual con solo pulsar un botón. No haría falta configurar nada más. Eso sí, esta sería la opción más básica, porque desde el menú también se puede activar una alternativa para que el funcionamiento sea automático en función de lo que se esté haciendo: qué pasa cuando se navega desde redes públicas, se utilizan aplicaciones y sitios web de torrent, se hacen operaciones bancarias, etcétera.
Contenidos en streaming, viajes…
Como decía al comienzo, esa capacidad de navegar de forma privada hizo que se popularizaran rápidamente entre aquellos que deseaban piratear contenidos multimedia evitando denuncias, pero la realidad es que tienen otras muchas aplicaciones. La principal tiene que ver con la seguridad cuando se hacen compras online, se opera en bancos o se teletrabaja, ya que es imposible que ‘te roben’ usuarios y contraseñas o información sensible. Y eso, en un escenario en el que el riesgo de ciberamenazas es cada vez mayor, el 66% de los usuarios compra en comercios electrónicos una vez al mes, un 60% opera en su banca online de manera habitual y un 17,6% de las personas ha teletrabajado durante el último año, resulta de gran importancia.
Más allá de eso, se reducen muchísimo los riesgos cuando se navega en redes públicas, y también se obtienen mejores precios al comprar billetes de avión, reservar hoteles… Y es que a muchos les resultará familiar una situación como que, tras una consulta previa, al volver a mirar los precios de unas vacaciones éstos hayan subido: es porque la web en cuestión sabe que ya has estado ahí y te interesa cierto producto. O los precios varían en función de la ubicación desde la que se haga la búsqueda. Si la conexión es privada, eso no pasa.
Del mismo modo, durante un viaje fuera de España puedes tener restricciones para acceder a servicios o ver contenidos en streaming en plataformas como Netflix o Amazon Prime Video porque se encuentren limitados a determinadas zonas geográficas: bastaría elegir una IP de cualquier ciudad para disfrutar de los disponibles en esa zona. Eso funciona también ‘al revés’: desde Toledo puedes ver contenidos reservados, por ejemplo, a EEUU. Y de forma totalmente legal.
¿Son 100% privadas? La realidad es que no, pero no es tanto cuestión de la VPN como de las cookies que almacena el navegador; por lo que desactivándolas se soluciona este inconveniente. Dos cosas más a tener en cuenta: es posible tener problemas para navegar por algunas páginas (me ha pasado en Amazon, por ejemplo) si está activada; y hay muchas VPN gratuitas (aunque con limitaciones de tráfico) y es imprescindible multiplicar las precauciones. En este caso, se hace bueno el dicho de que si el servicio es gratis, el producto eres tú: algunos de estos servicios almacenan información de lo que haces en Internet y luego la venden.
Actualización: el contenido de este artículo ha sido actualizado para añadir más contexto al artículo original.
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